El sujeto indeterminado

La exaltación de los seguidores de VOX durante la celebración de sus resultados electorales el pasado domingo 10 de noviembre, contenía una mezcla de, los muy comúnmente humanos, gestos de euforia, alegría desbordada y júbilo. No era para menos después de conseguir doblar su número de escaños. Pero entre todos estos gestos, resonaba con fuerza el  famoso grito, ya hecho clamor prebélico, de “a por ellos”. Y yo me pregunto…¿Quiénes son ellos? Mejor dicho ¿Quiénes de ellos… Somos nosotros? 

La estructura de pensamiento del fascismo tradicional, cimentaba su éxito en la creación de un sujeto indeterminado. No hablamos de un sujeto gramatical, sino de un ente, algo, creado para contener casi cualquier cosa identificada como enemiga de la patria. Ese sujeto indeterminado poseía una fabulosa elasticidad que permitía poder agregar, a medida de las necesidades coyunturales, nuevos elementos. Clasificados todos, en una escala de más a menos odiosos y dañinos. Entre “los malos” cabían todos, menos los buenos, que eran básicamente aquellos que decidían quiénes eran “los malos. Sí, así de infantil era su credo.

VOX ha creado durante años ese sujeto indeterminado y es uno de los pilares de su éxito. Lo ha creado en las tertulias, en las manifestaciones y en los “12 de octubre” compitiendo en el torneo de “pecho palomo” cuando sonaba el himno español. Y lo ha simplificado hasta el extremo, porque los elementos del sujeto indeterminado, no comparten nada más que haber sido declarados enemigos de España. Es un ente dotado de elasticidad que lo aguanta todo, y en el cual al calor de un mitin caben, la “derechita cobarde”, un entrenador de fútbol catalán que hable “más de la cuenta”, o toda una democracia soberana, que por cierto es la más antigua de Europa, como el Reino Unido.  Pero no se tiene porque quedar ahí, porque el genial instrumento también tiene sitio para el TEDH y por supuesto el abogado general de la UE. Y hay más sitio, siempre hay más.

Hay una estrella en el firmamento VOX-ero y es una cosa llamada España. Si preguntas a sus seguidores ninguno te dará una definición igual a la de otro. Nadie sabe que es “defender España”. Todos lo dicen, seguros de tamaño propósito, pero la ridícula empresa es tan esperpéntica, que todos los enemigos de España viven dentro de ella. Es la defensa de un país ideal, sin rojos, inmigrantes, autonomías, “separatas” ni antitaurinos, pero depende del grado de ensoñación Voxista, sin Unión Europea, ni negros, ni mujeres policía, ni tantos idiomas incordiando. Cada uno de sus fans bebe una forma determinada, de un ideal de “algo”, que supuestamente existió (no está claro cuándo), y qué hay que recuperar. Es una entelequia creada bajo una versión infantil de la historia. Si ya Rajoy nos contaba que España tenía 5 siglos, (el Estado español no se podría aseverar que existió como tal antes de 1841), estos se van directamente a los Godos. Unos tipos, los Godos, que por cierto eran germanos, hablaban un idioma proto-germánico y no querían ni cruzarse con la población ibérica, pero claro, ¿Qué ponía en su DNI?.

La España de VOX ni siquiera existe, es un modelo de sociedad ideal creado por el nacionalismo español en el siglo XIX y profundizado y agravado durante el siglo XX. Tan artificial, que para poder ponerlo en práctica 40 años, tuvieron que montar una guerra. Siendo honestos con su visión infantil de la historia, su España era más España y más poderosa cuando era más diversa, más plurilingüe y contenía una especie de confederación de reinos y señoríos, que cuando es convertida, a fuerza de decreto, en una Estado unitario. Pero estas son reflexiones imposibles, para quien empieza y acaba un discurso con un “Viva España” con Manolo Escobar de fondo.

VOX se ha creado desde el alarido desgarrador del “que se rompe España”, del “España una y no cincuenta y una”, del “Cuponazo” y del “las escuelas vascas y catalanas adoctrinan”. Poderosas mentiras contadas durante décadas con una gran irresponsabilidad. Estímulos a un nacionalismo español que vivía adormecido, tras una transición española, en la que consiguió salvar la monarquía, el control del Estado y los “dineros”. Un nacionalismo español que tiene un profundo odio por la diversidad y una patente necesidad de imponer un modelo social. No pretende crear un Estado para una sociedad, como el nacionalismo vasco entiende la construcción nacional, sino una sociedad ideal para un Estado ideal. En ese modelo de construcción ocupando el Estado el punto más alto de la pirámide, todos los daños colaterales siempre serán pequeños y asumibles.

VOX representa en la política española, un obstáculo permanente para alcanzar necesarios acuerdos entre diferentes. Lo representa porque el negocio de VOX es decir que no. Da igual sobre qué. No hay nada más efectivo, que acusar de “enemigos de España” a los que dicen ser abiertamente españoles, sino se pliegan a tus decisiones. A dos días de las elecciones vimos a PP y Cs votar, a propuesta de VOX, a favor de ilegalizar partidos independentistas. “Cualquier cosa antes de que nos acusen de antiespañoles”, así funciona el ala derecha de la política española hoy. VOX es una monstruosidad creada precisamente por quien más lo debe temer, el PP. Y es a quién más daño puede hacer VOX en clave electoral. Ahora el PP, pasea con un tipo al lado, que lleva todas sus banderas, pero grita mucho más fuerte. ¿A quién van a oír más? 

PP y Cs no jugaron bien sus cartas desde los inicios de VOX. Nutrieron los telediarios y periódicos de mensajes apocalípticos y medias verdades, alimentado una corriente de opinión llena de drama y tragedia nacional. Una corriente, donde VOX, juega siempre en casa. A VOX lo bautizó, sin saberlo, Mariano Rajoy en una, inconcebible hoy, búsqueda del voto más españolista contra el “Estatut”, y le ha comprado el traje de comunión Pedro Sánchez con una exhumación televisada a todo el planeta. Convirtiendo en víctimas a la duquesa de Franco y compañía. “Pobre gente”, “Les sacan al abuelo por venganza”, se dice en los patios de manzana madrileños.  

Los vascos somos en general uno de los “ellos” del “a por ellos”, no nos quepa duda. Aquí no tienen ni caldo ni cultivo, 28.000 votos en la CAV y 18.000 en Navarra, los porcentajes más bajos de España. Si restamos el voto de los cuarteles (Guardia Civil y Policía Nacional con 8.000 efectivos) y Ejército español, los cuales tienen, a la vista del voto por distrito, altos porcentajes de voto a VOX, el resultado final es prácticamente cero. De ello hay varias lecturas sociales. Una es que aquí, a las personas de identidad española no les gusta el sainete de las banderitas, ni ese nacionalismo de verbo violento. Otra es, que en general, los vascos compartimos una cierta forma de entender la realidad, que nos permite identificar ciertos mensajes como ajenos. Los vascos estamos, después de oscuros tiempos, mirando la realidad con inteligencia y no, no sentimos ansiedad de que se rompa España. Mas bien sentiríamos cierto alivio de que se rompiese de una vez, algo que se lleva rompiendo tanto tiempo. ¿Cuánto tiempo se lleva rompiendo España? ¿100 años? Tampoco tenemos problemas con la diversidad, ni con el bilingüismo y hemos aprendido, en general, que todos ganamos cuando construimos consensos sociales sobre el respeto a la diversidad.

 Creo que debemos seguir un recorrido sin atajos por el auge de partidos como VOX, tenemos un largo camino hasta la verdadera construcción social del “yo” y el “nosotros” social vasco que ya hemos comenzado. Somos unos de los “ellos”, de ese sujeto indeterminado, y si somos fieles a nuestra naturaleza y respetamos nuestra propia diversidad, debemos estar ahí con orgullo. Nos tenemos a nosotros mismos y a nuestros votos y tenemos a Europa. Es el momento con de cerrar todas las transferencias pendientes y empezar un nuevo ciclo. No va a haber mejores oportunidades que esta.

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